Una central o planta nuclear es una instalación industrial empleada para la generación de energía eléctrica a partir de energía nuclear.
Una de estas centrales nucleares cerca de Chernóbil explotó cuando el reactor número 4 colapsó durante la madrugada y produjo la liberación de enormes cantidades de material radiactivo a la atmósfera, contaminando significativamente grandes extensiones de Bielorrusia, la Federación Rusa y Ucrania, afectando seriamente a la población local. En la actualidad, según la Organización Mundial de la Salud, más de cinco millones de personas viven en zonas que se consideran “contaminadas”.
Bosques radioactivos
Más de 4 millones de hectáreas de bosques en el centro de Europa quedaron contaminados por la radiación. Se estima que la cantidad de material radiactivo liberado fue 200 veces superior al de las explosiones de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón.
Las medidas que se tomaron inmediatamente después del accidente para minimizar los contactos de la población con materiales radiactivos se dirigieron sobre todo al sector agrícola. No se prestó la debida atención a los bosques. Los repetidos llamamientos en los foros científicos para que se prestara atención a los bosques como fuentes de radiación apenas tuvieron efecto, ni siquiera en Belarús donde los bosques contaminados cubren alrededor del 10 por ciento del territorio. La difusión potencial de radiactividad desde los bosques contaminados y los altos niveles de radionúclidos en los alimentos de origen forestal siguen constituyendo peligros para la salud de los habitantes de la región.
La contaminación de los bosques con la radiactividad de Chernóbil tuvo también importantes consecuencias económicas. Sólo los daños sufridos por los bosques en la República de Belarús se calculan en más de 8.000 millones de dólares EE.UU. Tendrán que pasar por lo menos 30 años para que la radiactividad haya descendido lo bastante para que puedan explotarse nuevamente los bosques. Belarús, Ucrania y la Federación de Rusia han establecido una categoría de bosques radiactivos en los que las intervenciones forestales se limitan a prevención de incendios, protección y vigilancia de los bosques y lucha contra las plagas. Las leyes de los países afectados por el accidente establecen límites de contaminación radiactiva para la madera.
Sumidero y fuente de radiación
Los ecosistemas forestales tienen una importante capacidad para absorber la radiactividad e impedir que se difunda a zonas cercanas. Los bosques actúan como barreras físicas para las masas de aire en movimiento, y gran parte de las partículas radiactivas que penetran en el bosque se depositan en él. Los bosques absorbieron más del 80 por ciento de los radionúclidos derivados de Chernóbil, de los cuales los de más larga vida son el Cesio (Cs137), Estroncio (Sr90)) y Plutonio (Pu 239, 240, 241). Los ecosistemas forestales incorporan el material radiactivo en sus procesos biológicos, haciendo que circule dentro del sistema pasando de los árboles al mantillo forestal y del suelo a los árboles en ciclos anuales estables.
Al incorporar este material, los bosques actúan también como barreras biológicas contra la difusión de la radiactividad. Sin embargo, hay un riesgo de que plagas, enfermedades e incendios puedan extender los radionúclidos lejos de las zonas forestales contaminadas. En particular, los bosques contaminados deben ser constantemente vigilados y protegidos contra incendios para evitar la difusión de la radiactividad.
La radiactividad sigue teniendo efectos negativos sobre los ecosistemas forestales de la región. Ha debilitado la condición fisiológica de los animales y tal vez sus sistemas inmunológicos, con el resultado de una mayor frecuencia de enfermedades infecciosas como encefalitis transmitida por garrapatas.
Además, los bosques contaminados producen efectos nocivos en las poblaciones cercanas de las regiones más fuertemente afectadas. La contaminación es un grave riesgo para la salud de las poblaciones locales que buscan en los bosques los alimentos complementarios que necesitan.
La contribución de los bosques contaminados a la dosis de radiación de la población de Belarús-Polesye es particularmente elevada por las condiciones específicas de suelo y clima de esas tierras. El contenido de radiocesio (Cs 137) en los productos forestales (frutos silvestres, hongos y carne de caza) que son componentes usuales de la dieta de los campesinos es de 20 a 50 veces mayor que en los productos agrícolas.
Otras Centrales
La central nuclear de Metsamor, construida en 1976 por la URSS, la única que posee Armenia, fue calificada como “un peligro para toda la región”. El complejo proporciona cerca del 40% de la energía eléctrica que consume esta pequeña ex república soviética de algo más de tres millones de habitantes.
Alemania, Italia y Austria ya han fijado una fecha límite para cerrar sus centrales nucleares.
Conclusión
El cambio del modelo energético es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Humanidad. El actual modelo, basado en los combustibles fósiles y la energía nuclear, está llevando al mundo a una crisis ecológica sin precedentes. A pesar de la insistencia del lobby nuclear, no hay espacio para las centrales nucleares en este nuevo modelo y es necesario y urgente superarlo por una generación de energía renovable.
Prof. Norberto Ovando
Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales – AAPN -
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas – WCPA – de la IUCN-
Red Latinoamericana de Áreas Protegidas – RELAP –
Fonte: http://www.alainet.org/es/articulo/169164